Creo, que después de leer muchos relatos de esta página, durante meses, pensando que eran fantasías o falsedades de sus visitantes, el destino quiso demostrarme que quizás muchos de ellos sí que eran verdad. Soy un hombre casado desde hace 6 años. Un sábado por la tarde acompañé como muchos otros sábados a mi mujer al Zara a comprar ropa. Ella tiene la costumbre de querer que entre con ella en el probador para decirle que me parece el modelito que se prueba. Siempre le pido que vayamos temprano, sobre las 4 de la tarde más o menos para evitar aglomeraciones. Aquel día cogió bastante ropa y nos dirigimos hacia el probador. Yo ya me resigné para pasar un buen rato aburrido detrás de la cortina que debería sujetar para que nadie pudiera verla desde fuera. Dada la hora había sólo un probador ocupado, a lo que mi mujer respondió dirigiéndose al otro extremo de los probadores. Al ver mi cara de asqueo por repetir siempre el mismo ritual y al haber un taburete en el probador, me perdonó el tener que sujetar la cortina.
Categorías: Rubia
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